Seguro que en más de una ocasión habréis visto pizarras en muchos establecimientos de hostelería, desde las clásicas pizarras verdes hasta las blancas o las pizarras personalizadas que tan vistosas son, pero…¿sabéis cuando comenzó a usarse y en qué rubro? El origen nada tiene que ver con la hostelería sino con la fotografía, al menos la tradicional pizarra blanca.
Fue inventada por Martin Heit, un fotógrafo al que se le ocurrió la idea en el momento de revelar fotos en un cuarto oscuro. Éste se dio cuenta que podía usar un marcador sobre la película de los negativos y que si pasaba un paño húmedo por encima, las marcas podían borrarse muy fácil.
En un primer momento pensó que podía usarlo para anotar teléfonos o los trabajos que tenían pendientes. De esta forma creó sus primeras pizarras y un día antes de presentar su invento en un conocido evento, el lugar donde se iba a celebrar ardió hasta los cimientos y Heit decidió vender la idea a la empresa Dri-Mark, quienes en lugar de promocionarlo como si fuera un aparato para anotar los recados del teléfono la introdujeron en el mundo de la educación.
Las pizarras blancas salieron al mercado allá por 1960, pero pesar de la novedad no llegaron a tener demasiado éxito, sobre todo porque eran bastante caras y aunque siguieron comercializándose en décadas posteriores, no tuvieron su apogeo hasta la llegada de la década de los 90, principalmente por las preocupaciones existentes de respirar polvo de tiza durante muchos años, lo que podía ocasionar problemas respiratorios, lo que hizo que muchas instituciones reemplazasen sus pizarras tradicionales.
Desde aquel momento las pizarras han ido evolucionando y ampliando su campo de acción donde en la hostelería tienen un gran referente, pero no solo con pizarras personalizadas sino con tizas líquidas, rotuladores de tiza y todo un universo de propuestas muy originales.